Entre tanta Cultura las Leyendas o relatos forman parte de nuestro modo de vida y Cultura identificandonos con aquel Patrimonio, moral, escrito, obras de arte, sentir y Pensar, aqui en este corrientes de ideas quiero plasmar la cotidianidad de las Cinco Aguilas Blancas representandonos en tres visiones diferentes, leyenda, monumento natural (Montañas) y la representacion del parque de la misma, siendo representadas por Aguilas como Animal en diferentes posturas. #CraneoCultural.
MITOS
Y LEYENDAS
LAS CINCO ÁGUILAS BLANCAS
Autor: Tulio Febres Cordero
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LAS CINCO ÁGUILAS BLANCAS
Cinco Águilas Blancas volaban un día por el azul
del firmamento, cinco águilas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían
sombras errantes sobre los cerros y montañas.
¿Venían del Norte? ¿Venían del Sur? La tradición
indígena solo dice que las cinco águilas blancas vinieron del cielo estrellado
en una época muy remota.
Eran aquellos los días de Caribay, el genio de
los bosques aromáticos, primera mujer entre los Indios Mirripuyes, habitantes
del Ande empinado.
Era hija del ardiente Zuhé y la pálida Chía; y
remedaba el canto de los pájaros, corría ligera sobre el césped como el agua
cristalina y jugaba como el viento con las flores y los árboles.
Caribay vio volar por el cielo las enormes
águilas blancas, cuyas plumas brillaban con la luz del sol como láminas de
plata; y quiso adornar so coraza con tan raro y espléndido plumaje. Corría sin
descanso tras las sombras errantes que las aves dibujaban en el suelo; salvó los
profundos valles; subió a un monte y a otro monte; llegó al fin, fatigada a la
cumbre solitaria de las montañas andinas. Las palmas lejanas e inmensas, se
divisaban por un lado, y por el otro, una escalada ciclópea, jaspeada de gris y
esmeralda, la escalada que forman los montes iba por la onda azul del
Coquivacoa.
Las águilas blancas se levantaron
perpendicularmente sobre aquella altura hasta perderse en el espacio. No se
dibujaron más sus sombras sobre la tierra.
Entonces Caribay paso de un risco a otro risco
por las escarpadas sierra, regando el suelo con sus lágrimas. Invocó a Zuhé,
astro Rey, y el viento se llevó sus voces. Las águilas se habían perdido de
vista, y el sol se hundía en el ocaso.
Aterida de frío, volvió sus ojos al Oriente,
invocó a Chía, la pálida luna, y al punto se de tuvo el viento para hacer
silencio. Brillaron las estrellas, y su vago resplandor en forma de semicírculo
se dibujó en el horizonte.
Caribay rompió el augusto silencio de los páramos
con un grito de admiración. La luna había aparecido, y en torno a ella volaban
las cinco águilas refulgentes y fantásticas.
Y en tanto que las águilas descendía
majestuosamente, el genio de los bosques aromáticos, la india mitológica de Los
ande, moduló dulcemente sobre la altura su selvático cantar.
Las misteriosas aves revoloteaban por encima de
las crestas desnudas de la cordillera, y se asentaron al fin, cada una sobre un
risco, clavando sus garras en la viva roca; y se quedaron inmóviles, silentes,
con las cabezas vueltas hacia el Norte, extendidas las gigantescas alas en
actitud de remontarse nuevamente al firmamento azul.
Caribay quería adornar su coraza con aquel
plumaje raro y espléndido, y corrió hacia ellas para arrancarle las codiciadas
plumas, pero un frío glaciar entumeció sus manos, las águilas estaban
petrificadas, convertidas en cinco masas enormes de hielo.
Caribay da un grito de espanto y huye
despavorida. Las águilas blancas eran un misterio pavoroso.
La luna se oscurece de pronto, golpea el huracán
con siniestro ruido los desnudos peñascos, y las águilas blancas despiertan.
Erizanse furiosas y, a medida que se sacuden sus
monstruosas alas, el suelo se cubre de copos de nieve y la montaña toda se
engalana con su plumaje blanco.
Este es el origen fabuloso de las Sierras Nevadas
de Mérida. Las cinco águilas blancas de la tradición indígena son los cinco
elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas
son el furioso despertar de4 las águilas, y el silbido del viento en esos días
de páramo es el remedo del canto triste y monótono de Caribay, el mito hermoso
de los Andes de Venezuela.
Autor: Tulio Febres Cordero
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