jueves, 1 de febrero de 2018

Plazas de la ciudad de Mérida

Plaza Sucre de Milla.




Plaza Bolívar de la ciudad de Mérida
Nombre: plaza Bolívar / plaza Mayor.
Año: 1559.
Tipo de patrimonio cultural: tangible / inmueble.
Administrador custodio o responsable: alcaldía del municipio Libertador y Corporación Merideña de Turismo (Cormetur).
Historia
La antigua plaza mayor de Mérida, denominada luego como Bolívar, corazón y raíz de la ciudad, tiene su origen en el proceso de fundación (1558 – 1559) y asentamiento definitivo de la urbe en la meseta de Los Tatuy el 6 de mayo de 1559, la cual será el centro funcional y dinámico en cuyos espacios tendrá lugar los hechos que marcaron la vida y la cotidianidad de quienes, procedentes de la península Ibérica, establecieron como suyos un territorio ya habitado por comunidades aborígenes.
Primera etapa: plaza libre (1559 – 1895). El modelo de plaza implementado en la ciudad de Mérida desde 1559, cuyas características permanecerán hasta finales del siglo XIX, es el de plaza libre o seca, definida por el arquitecto Christian Páez Rivadeneira, como un lugar de arribo y “escenario de las más variadas manifestaciones de la cultura” en el tiempo. Es decir, es un espacio multifuncional, adaptado a las diversas necesidades de los pobladores emeritenses, convirtiéndose, como en toda ciudad hispanoamericana, en el epicentro de las actividades económicas, políticas, religiosas y sociales.
Alrededor de la plaza se instaurarán las distintas instituciones representantes del poder religioso, público y administrativo. Así, encontramos en la esquina este la iglesia parroquial de San José (1591 – 1603), elevada luego a catedral (1785); en la esquina sur, el templo de San Felipe y la Casa Consistorial (1600), posteriormente sede del Palacio Municipal, cárcel pública y cuartel; y en la esquina norte, el convento de San Juan Bautista de Santa Clara (1651), primera institución de mujeres en la región.
En la plaza, durante el primer día feriado, el pregonero “a son de caja de guerra” anunciaba las diferentes normativas que a través de los bandos de buen gobierno eran promovidas por el ayuntamiento merideño con la finalidad de garantizar el “buen vivir” entre los pobladores. Muchas veces a los vecinos “estantes y habitantes” se les ordenaba mantener limpias sus pertenencias de calle y solar, que “por ningún caso” se realizaran bailes de noche “por las muchas ofensas que se siguen contra la Magestad Divina y otros perjuicios que de ello se siguen”; o se les invitaba a participar en alguna actividad festiva, como la proclamación del rey don Carlos IV, el 9 de diciembre de 1789, etc.
La esquina norte de la plaza será asiento del mercado público, autorizado para funcionar legalmente a partir de 1620. Allí, cada domingo los vecinos procedían a vender sus frutos y mercaderías, que salvo algunos imprevistos como los suscitados en 1799 por el cobro de alcabalas, se mantendrá en pleno funcionamiento hasta el 9 de febrero de 1895, cuando es inaugurado un edificio para tal fin, ubicado en la antigua sede del Convento de San Juan
Posteriormente, a casi una década, el jardín de la plaza presentaba “ausencia de selección de plantas, descuido y pésima distribución”, razón por la cual, según el periódico Idea, en sus ediciones del 24 de septiembre y 5 de octubre de 1939, el jardín fue sometido a una completa transformación artística “a base del nivelado del terreno” por sus notables irregularidades, cuyas labores estaban bajo responsabilidad del director de las escuelas agrícolas del estado, señor Rafael Herrera Valero, y el señor Samuel Roldán, técnico agrícola al servicio del ejecutivo regional. Dichas obras se ejecutaron a cabalidad e incluyeron la modificación del área central de forma circular por una cuadrangular, siendo hasta ahora uno de los mejores trabajos de jardinería y paisajismo realizados en la plaza Bolívar, cuya estructura, a pesar de ciertas intervenciones en el tiempo, aún se conservan.


Plaza Bolívar a mediados de 1940. Foto Revista Es Venezuela. Digitalización Samuel Hurtado Camargo


Trascurrida más de una década, en el marco de las obras de “embellecimiento” y “modernización” que se realizaban en la ciudad y considerando que la plaza Bolívar requería una “oportuna reparación y embellecimiento”, el gobernador del estado Mérida, Vicente Tálamo, a través del decreto número 235 de fecha 5 de noviembre de 1953, ordenó la reconstrucción por el sistema de granito de las avenidas y del área central de la plaza, sustitución de postes ornamentales de hierro, refacción del pedestal donde se levantaba la estatua del Libertador, mejoras de la jardinería y sustitución de los 24 bancos de concreto por unos de hierro, que estaban distribuidos en cuatro de las ocho avenidas internas. Los trabajos iniciaron en el 1954 y culminaron para el mes de mayo de 1955, invirtiéndose la cantidad de 325 254,06 bolívares.
Posteriormente, a casi una década, el jardín de la plaza presentaba “ausencia de selección de plantas, descuido y pésima distribución”, razón por la cual, según el periódico Idea, en sus ediciones del 24 de septiembre y 5 de octubre de 1939, el jardín fue sometido a una completa transformación artística “a base del nivelado del terreno” por sus notables irregularidades, cuyas labores estaban bajo responsabilidad del director de las escuelas agrícolas del estado, señor Rafael Herrera Valero, y el señor Samuel Roldán, técnico agrícola al servicio del ejecutivo regional. Dichas obras se ejecutaron a cabalidad e incluyeron la modificación del área central de forma circular por una cuadrangular, siendo hasta ahora uno de los mejores trabajos de jardinería y paisajismo realizados en la plaza Bolívar, cuya estructura, a pesar de ciertas intervenciones en el tiempo, aún se conservan. Trascurrida más de una década, en el marco de las obras de “embellecimiento” y “modernización” que se realizaban en la ciudad y considerando que la plaza Bolívar requería una “oportuna reparación y embellecimiento”, el gobernador del estado Mérida, Vicente Tálamo, a través del decreto número 235 de fecha 5 de noviembre de 1953, ordenó la reconstrucción por el sistema de granito de las avenidas y del área central de la plaza, sustitución de postes ornamentales de hierro, refacción del pedestal donde se levantaba la estatua del Libertador, mejoras de la jardinería y sustitución de los 24 bancos de concreto por unos de hierro, que estaban distribuidos en cuatro de las ocho avenidas internas. Los trabajos iniciaron en el 1954 y culminaron para el mes de mayo de 1955, invirtiéndose la cantidad de 325 254,06 bolívares.

Fuentes consultadas

Cárdenas D., Guillermo. La plaza Bolívar de Mérida, en fronteradigital.com.ve, 16 de septiembre de 2016. https://goo.gl/nyjdus. Consultado el 10 de junio de 2017.
Celis Parra, Bernardo. Mérida: ciudad de águilas. Edición del autor, Mérida, 1997, tomo I; 336 pp.
Febres-Cordero, Beatriz. La arquitectura moderna en Mérida (1950 – 1959). Universidad de Los Andes, Mérida, 2003; 154 pp.
Goering, Christian Antón. Venezuela, el más bello país tropical, Traducción de María Luisa de Blay, Universidad de Los Andes, Mérida, 1962, pp. 115-122. Edición original Leipzig, 1893.
Hurtado Camargo, Samuel Leonardo. La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida (1842 – 2006): análisis histórico. Universidad de Los Andes, Escuela de Historia (Memoria de Grado), junio 2007, 500 pp.
Catálogo del patrimonio cultural venezolano. Municipio Libertador, estado Mérida. Instituto del Patrimonio Cultural. Región Los Andes: ME-12, 2007.
Memoria que el secretario general de gobierno del estado Mérida, presenta a la Asamblea Legislativa en sus sesiones ordinarias de 1955. Imprenta del Estado, Mérida, 1955; 300 pp.
Páez Rivadeneira, Christian. La plaza mayor de Mérida: historia de un tema urbano. El Libro Menor, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1992; pp. 223.
Picón Lares, Eduardo. Revelaciones de antaño. Universidad de Los Andes, Mérida, 2da. Edición 2008, tomo I; pp. 317-323. Primera edición, Caracas 1938.
Samudio A., Edda O., y Robinson, David J. A son de caja de guerra y voz de pregonero: los bandos de buen gobierno de Mérida, Venezuela 1770-1810. Academia Nacional de la Historia, 228, Caracas, 2009; pp. 410
Ramírez Méndez, Luis Alberto. De la piedad a la riqueza: Convento de Santa Clara de Mérida, 1651 – 1874. Archivo Arquidiocesano de Mérida, Mérida, 2005; pp. 538.
Resolución y decreto sobre la continuación de los trabajos de la plaza Bolívar de ciudad de Mérida. Biblioteca Nacional de Venezuela-Biblioteca Febres Cordero. Sección manuscritos: Documentos históricos. Mérida, 10 de abril de 1897.
https://iamvenezuela.com/2017/06/plaza-bolivar-de-la-ciudad-de-merida/


Investigación: Samuel Leonardo Hurtado Camargo.

Recopilacion de Informacion para Este blogger: Aleida Marquez.






El Estado Mérida, La Ciudad de Los Caballeros, también nos engalana con sus Mujeres. Y para muestra un botón, aquí les dejo la historia de:
La Plaza Las Heroínas.
Su nombre está representado por las estatuas en bronce de las valientes mujeres Merideñas que ayudaron a nuestro Libertador, a salvarse de las tropas realistas; estas mujeres fueron dos de origen humilde como María Rosario Nava quien fue oriunda de la parroquia el espejo y se ganaba la vida planchando en casa de las familias de abolengo, su principal motivo de servir a la patria fue el alistar a su hijo dentro de las tropas patriotas para ayudar al Libertador en todas sus Batallas. Anastasia quien trabajaba en el convento de las Monjas Clarisas, contribuyo con el Libertador por el disparo de un trabuco y el toque de un tambor de Guerra el cual alejo a las tropas Realistas. Las otras heroínas de alta sociedad quienes fueron participes de este mismo
 Acontecimiento; Isabel Briceño de Fornez quien era esposa de Jaime Fornez, y Simona Corredor de Pico quien dono una casa en 1813, para la causa patriota del Libertador.
La última de estas Heroínas cuyo nombre era María Uzcátegui, hermana del Canónigo Uzcátegui,  dono un cañón para la patria el que lleva escrito su nombre, lo cual  le atrajo persecuciones al grado de tener que ocultarse en los montes.
Se creó para honrar la memoria de las cientos de mujeres merideñas que dieron su vida por lograr la independencia de Venezuela.
  Por iniciativa del Dr. Rigoberto Henríquez Vera, gobernador del Estado Mérida durante el tiempo comprendido entre 1974- 1979, se dio inicio al proyecto y construcción de un parque simbólico que serviría para rendir homenaje a las mujeres que en la época de la guerra  independentista colaboraron en la gesta emancipadora.  A tal efecto la Corporación de Turismo de Venezuela, y en terrenos de su propiedad, se encargó de la planificación de tal requerimiento al diseño en su conjunto global realizado por el afamado arquitecto Caraqueño, pero merideño de corazón, Pedro Nicolás Díaz Troncones, para esa época arquitecto de obras al programa coordinado Gobernación Corporación de turismo y ordeno su ejecución, la cual estuvo a cargo del Geómetra- Constructor italiano Luís Nimis Gervaci, pionero de los constructores en Mérida. Su escultor el artista:, maestro y profesor universitario Don Manuel de la Fuente, español pero quien ha hecho de Venezuela su segunda patria, concibió en medio del emplazamiento del parque un grupo escultórico representando a las cinco mujeres reseñadas en su obra por Don Tulio Febres Cordero El concepto artístico – cultural manejado fue el de un monumento conmemorativo de un acontecimiento histórico, figurativo y realista fue moldeado en  arcilla y fundido a la cera perdida en el taller Vulcano de Adán Vergara en los llanitos de Tabay. Las fuentes de agua fueron instaladas por la empresa Canadiense – kuwaiti, La Tranfontaine y con el tiempo debido a su desarrollo recuperadas por la Corporación Merideña del Turismo. El Proyecto paisajístico lo realizo el ingeniero Forestal Cesar Gallardo tomando en cuenta las especies ornamentales y alboradas de la región merideña, lo que aporto al espacio múltiple colorido.
El terreno donde se construyó el referido parque se denomina desde aquellos tiempos, Sector Barinitas. La primera piedra de este parque fue colocada el 8 de Marzo de 1975 e inaugurada el 19 de Marzo de 1977 por el Gobernador del estado acompañado de su esposa Doña Cristina Consalvi Bottaro de Henríquez.  Este parque se erigió en homenaje a las mujeres merideñas que contribuyeron con su gran valor, abnegación y arroyo al triunfo de la causa patriótica. Entre ese grupo de insignias y valerosas damas podemos mencionar de acuerdo a las referencias del patriarca de las letras merideñas y su hermano Miguel Febres Cordero, a María Simona Corredor viuda de Asencio Pico, ella, mediante documento refiere…Que no teniendo dinero suficiente con que cubrir los quinientos pesos que le cupieron  en el repartimiento hecho por el Ilustre Cabildo de esta unidad por espesillo forzado del Exilió solo cincuenta; y que dando cubrir todo de dicha cantidad, y hacer además algún donativo a favor de la Patria en parte de prueba de lo que desea su libertad, de su libre espontánea voluntad ha venido en hacer gracia y donación a dicha patria, de una casa de su propiedad… todo lo cede y lo renuncia y traspasa plenamente a la patria, y su gobierno  ( Fondo Protocolo, Tomo 95 Año 1813, Folio 223- 224). Este acto del inmueble, se llevo a efecto simbólicamente, según la tradición histórica al Ejercito de la Unión Simón Bolívar, quien para el 23 de Mayo de 1813 un mes  antes procedente  de la Nueva Granada (COL), visitaba Mérida en la ruta  del a Campaña admirable, el lugar que ocupo dicha casa hoy día está ubicado en la Av. 2 entre calle 19 y 20, reseñada por una placa La Casa de la Patria la primera que adquiere Venezuela por especial donación. María Ignacia Uzcátegui, una de las cuatro hermanas del Canónigo merideño Francisco Antonio Uzcátegui y Dávila, sacerdote de la catedral de Mérida quien con motivo de los sucesos adversos a la causa república ayudo a la fabricación de armas y pertrechos para el ejército patriota, referida dama, costeo con su peculio para la Patria un cañón que llevaba grabado en el mismo bronce el nombre de la donante, rasgo que le trajo persecuciones que la obligaba ocultarse en los montes cércanos a la cuidad. El General Páez se refiere en su autobiografía a este cañón, el cual existió en la aldea de Estanques hasta la guerra de la Federación en que desapareció. María Rosario Nava, una mujer humilde planchadora del sector El Espejo no contando con dinero para colaborar con la causa y queriendo que su hijo no se privase de la gloria de servir en los aciagos días de la guerra de independencia.    

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